martes, 10 de noviembre de 2009

Jornada Filipuzzi-Matas 2009


Jornada Juan Pablo Filipuzzi-Pedro Matas por Pablo Nievas

El 1º de noviembre se cumplió el 11ª aniversario de fallecimiento del Padre Juan Pablo Filipuzzi. Por ese motivo, el martes 3 de noviembre se llevó a cabo en nuestra casa la segunda “Jornada Pbro. Juan Pablo Filipuzzi” que consistió en un panel donde se debatió sobre la Encíclica “Caritas y Veritate” de Benedicto XVI. De ese panel participaron el Magister Guillermo Mana, secretario de Economía de la Municipalidad de Río Cuarto; la Sra. Marisa Arias, delegada regional del Gobierno de la Provincia de Córdoba; y la Magister Cecilia Maurutto, docente de sociología en la Universidad Nacional de Río Cuarto.
Después del panel sobre la Encíclica, y en la Capilla de nuestro Seminario, compartimos la presentación del Coro “Gaudeamus”, en homenaje al Padre Pedro Matas que en estos días también recordamos su 11º aniversario de fallecimiento.


Ministerios en Río Cuarto 2009



MINISTERIOS EN RÍO CUARTO 2009 por Pablo Nievas

El pasado domingo 1º de noviembre. En una misa presidida por nuestro Obispo Monseñor Eduardo Eliseo Martín, fue instituido Lector el seminarista Darío Aníbal Videla. Por su parte fueron Admitidos al Diaconado y al Presbiterado los seminaristas Mariano Sebastián Cordeiro, Walter Enrique Moyano, Guillermo Fernando Oyola, Oscar Javier Pacheco y Carlos Emmanuel Verna.
La ceremonia se realizó en la Capilla del Seminario. Comenzó a las 11.30 hs con la participación de familiares y amigos de los seminaristas.
Después de la misa compartimos un almuerzo a la canasta en el salón del Seminario.






















jueves, 29 de octubre de 2009

REFLEXIÓN DE JUAN PABLO II SOBRE LA MISIÓN


REDEMPTORIS MISSION
21-23 (La misión de Cristo Redentor)

« En el momento culminante de la misión mesiánica de Jesús, el Espíritu Santo se hace presente en el misterio pascual con toda su subjetividad divina: como el que debe continuar la obra salvífica, basada en el sacrificio de la cruz. Sin duda esta obra es encomendada por Jesús a los hombres: a los Apóstoles y a la Iglesia. Sin embargo, en estos hombres y por medio de ellos, el Espíritu Santo sigue siendo el protagonista trascendente de la realización de esta obra en el espíritu del hombre y en la historia del mundo

El Espíritu Santo es en verdad el protagonista de toda la misión eclesial; su obra resplandece de modo eminente en la misión ad gentes, como se ve en la Iglesia primitiva por la conversión de Cornelio (cf. Act 10), por las decisiones sobre los problemas que surgían (cf. Act 15), por la elección de los territorios y de los pueblos (cf. Act 16, 6 ss). El Espíritu actúa por medio de los Apóstoles, pero al mismo tiempo actúa también en los oyentes: « Mediante su acción, la Buena Nueva toma cuerpo en las conciencias y en los corazones humanos y se difunde en la historia. En todo está el Espíritu Santo que da la vida »



Todos los evangelistas, al narrar el encuentro del Resucitado con los Apóstoles, concluyen con el mandato misional: « Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes. Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo » (Mt 28, 18-20; cf. Mc 16, 15-18; Lc 24, 46-49; Jn 20, 21-23).

Este envío es envío en el Espíritu, como aparece claramente en el texto de san Juan: Cristo envía a los suyos al mundo, al igual que el Padre le ha enviado a él y por esto les da el Espíritu. A su vez, Lucas relaciona estrictamente el testimonio que los Apóstoles deberán dar de Cristo con la acción del Espíritu, que les hará capaces de llevar a cabo el mandato recibido.





Las diversas formas del « mandato misionero » tienen puntos comunes y también acentuaciones características. Dos elementos, sin embargo, se hallan en todas las versiones. Ante todo, la dimensión universal de la tarea confiada a los Apóstoles: « A todas las gentes » (Mt 28, 19); « por todo el mundo ... a toda la creación » (Mc 16, 15); « a todas las naciones » (Act 1, 8). En segundo lugar, la certeza dada por el Señor de que en esa tarea ellos no estarán solos, sino que recibirán la fuerza y los medios para desarrollar su misión. En esto está la presencia y el poder del Espíritu, y la asistencia de Jesús: « Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos » (Mc 16, 20).

En cuanto a las diferencias de acentuación en el mandato, Marcos presenta la misión como proclamación o Kerigma: « Proclaman la Buena Nueva » (Mc 16, 15). Objetivo del evangelista es guiar a sus lectores a repetir la confesión de Pedro: « Tú eres el Cristo » (Mc 8, 29) y proclamar, como el Centurión romano delante de Jesús muerto en la cruz: « Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios » (Mc 15, 39). En Mateo el acento misional está puesto en la fundación de la Iglesia y en su enseñanza (cf. Mt 28, 19-20; 16, 18). En él, pues, este mandato pone de relieve que la proclamación del Evangelio debe ser completada por una específica catequesis de orden eclesial y sacramental. En Lucas, la misión se presenta como testimonio (cf. Lc 24, 48; Act 1, 8), cuyo objeto ante todo es la resurrección (cf. Act 1, 22). El misionero es invitado a creer en la fuerza transformadora del Evangelio y a anunciar lo que tan bien describe Lucas, a saber, la conversión al amor y a la misericordia de Dios, la experiencia de una liberación total hasta la raíz de todo mal, el pecado.

martes, 20 de octubre de 2009

HISTORIA DEL SEMINARIO DE RÍO CUARTO


El primer obispo de Río Cuarto y el primer grupo de formadores del seminario



Pabellones donde dormían los seminaristas



Día de la inaguración del Seminario


Seminaristas de los años 40 jugando al futbol



Seminaristas de los años 4o jugando al frontón











Día de la inaguración del Seminario



Capilla del Seminario






El Seminario en construcción



Primer curso de seminaristas



Mons. Leopoldo Buteler











Tapa del libro del padre Ignacio Costa sobre la vida de Mons. Buteler

HISTORIA DEL SEMINARIO

Nuestra diócesis de Río Cuarto, con 58.000 kilómetros cuadrados, nace en el año 1934, siendo Monseñor Leopoldo Buteler el primer Obispo de estas tierras cordobesas. Entre sus principales objetivos como pastor figuraron la Obra de las Vocaciones Eclesiásticas (O.V.E.) y la fundación del Seminario Menor, las misiones populares en todo el ámbito de la Diócesis, la enseñanza catequística y la erección diocesana de la Acción Católica Argentina.Todas sus aspiraciones vieron la luz durante sus primeros años de trabajo pastoral.El 18 de julio de 1935 (cuatro meses después de su toma de posesión) fundó la OVE en la Diócesis con fin de domentar y ayudar con plegarias y donativos a esta obra eclsiástica. Dos años después, un decreto de Monseñor Buteler, anunciaba un hecho de gran importancia para el futuro espiritual de la Diócesis: la donación por parte de la Sociedad “Damas Protectoras de la Infancia”, de Río Cuarto, de un valioso edificio en construcción y el terreno
El Seminario ya tenía fecha de apertura en los planes del Obispo Buteler: el curso de 1943. Pero había que completar la infraestructura indispensable y, en ella, ocupaba un lugar imprescindible la capilla. A este fin obedeció una carta que envió a todos los párrocos pidiendo una lista de personas que pudiesen colaborar “al menos con un peso”. Así emitió 12.000 cartas pidiendo colaboración y con lo recaudado se construyó la capilla que fue bendecida el 23 de agosto de 1942.

Ya desde la navidad de 1941 el Obispo había anunciado que abriría el Seminario Menor en 1943. y así lo hizo. Para la dirección del Seminario pidió la colaboración de la Congregación de los Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y de María de Palma de Mallorca (España), que un año antes habían llegado a la diócesis desde Bilbao. 22 seminaristas ya estaban preparados para comenzar sus estudios en el Seminario Menor que tendría como Titular a “La Sagrada Familia”, dando así nombre al mismo. Y finalmente, el 4 de abril de 1943, ante más de un millar de personas, y con la presencia del Nuncio Apostólico de su Santidad, el Papa Pío XII, en Buenos Aires, el Arzobispo José Fietta, quedó inaugurado el Seminario de Río Cuarto. El día fue espléndido. El Seminario se cubrió de banderas patrias y pontificias y una monumental cruz blanca de veinte metros de altura. Un enorme tablado cubría el patio interior para dar cabida al altar y reclinatorios para autoridades y padrinos. Monseñor Buteler, con un extenso discurso inaugural, quiso reseñar la mayor obra de su vida pastoral y así lo expresaba en sus primeras palabras: “acontecimientos de alta significación y vital trascendencia para la vida religiosa de esta Diócesis de Río Cuarto”. Cinco años más tarde, en 1948 comienza la preparación propiamente sacerdotal, inaugurando así el Seminario Mayor de la Diócesis que quedó bajo la denominación “Seminario Menor y Mayor Sagrada Familia”. La mano de Dios comienza a hacerse palpable y muchas personas se sienten bendecidas por estos jóvenes. En 1954 se ordenan los primeros siete sacerdotes, entre ellos quién sería nuestro Obispo años más tarde: Ramón Artemio Staffolani. De este modo comienza a latir “el corazón de la Diócesis”. Estaba claro que la vocación sacerdotal era una bendición de Dios, y a lo largo de su episcopado Monseñor Buteler animaba y exhortaba a la gente a rezar mucho por las vocaciones sacerdotales.

Las décadas del ´60 y ´70 fueron momentos de gran crisis vocacional. El número de jóvenes que respondían al llamado de Dios disminuyó considerablemente, y se hacía casi imposible mantener la estructura del Seminario. Fue por eso que en 1966 se cerró el Seminario Mayor y se transformó en un colegio Bachillerato Humanista. En tanto, los seminaristas fueron enviados al Seminario de Córdoba para formarse y luego regresaban a ejercer el ministerio en la Diócesis. EL objetivo del Bachillerato era buscar e incentivar a quienes podrían tener vocación sacerdotal. Toda la Diócesis, preocupada por la disminución de vocaciones comenzó a tomar conciencia de la necesidad de rezar por ellas. La respuesta no se hizo esperar y lentamente comienzan a aparecer vocaciones, naciendo así la posibilidad de reabrir el Seminario.

El Padre Staffolani y los demás sacerdotes propusieron a Mons. Blanchoud, Obispo de entonces, el proyecto de darle vida nuevamente al Seminario. La propuesta fue aceptada por el Obispo y puso a cargo de la misión al Padre Arias, al Padre Bustos y al Padre Staffolani como rector del Seminario. Pero el reinicio implicaba una gran inversión económica y humana. Pero Dios no abandonó a su pueblo y, tras mucho sacrificio, el 7 de marzo de 1982 abre sus puertas nuevamente el Seminario Mayor al que se le cambió el nombre, llamándolo desde entonces “Jesús Buen Pastor”. Poco a poco fueron concretándose los frutos de esos años de trabajo.. En 1988 comienzan las primeras ordenaciones de esta segunda etapa del seminario (en la sección “formadores y seminaristas” se encuentran los nombres de los sacerdotes egresados del seminario) El seminario fue madurando una identidad, una espiritualidad, un compromiso, una pastoralidad. Con el paso de los años otras diócesis comienzan a enviar sus seminaristas a nuestro seminario (Villa María, La Pampa; 9 de Julio). Muchos seminaristas y formadores transitaron por nuestras galerías y nuestras aulas. El seminario se fue fortaleciendo, y hoy, a 26 años de aquella reapertura, ya han sido ordenados 80 sacerdotes egresados de esta casa.

En la actualidad el seminario cuenta con 45 seminaristas de tres Diócesis (Río Cuarto, Villa María y San Francisco). Los estudios se dividen en tres años de filosofía y cuatro de teología. Al final el cuarto año de cursado (primero de teología) los seminaristas reciben el título de profesores en Ciencia Sagrada. En este año 2009 concurren también a las clases del seminario cinco hermanos Escolapios, que tienen su sede en las Escuelas Pías de Río Cuarto.